Un extraño virus atacó a la humanidad y como resultado todas las mujeres embarazadas daban a luz solamente niñas. Mientras los científicos trataban de lograr un esperma sintético usando células madres embrionarias, con el paso del tiempo los hombres fueron disminuyendo. Cuando el planeta entero quedó a disposición de las féminas, y pasó a llamarse el planeta de las nueve lunas, las mujeres desarrollaron ojazos de infarto, labios carnosos, clítoris enormes, melenas estupendas, cuerpos atléticos y bronceados. Sin los hombres, disminuyó la contaminación y como consecuencia se acabaron las guerras, pero también la música y el cine. Todo eso perdió sentido. Nada por que rezar. Cero cosméticos. No había canciones de amor. Entre ellas aumentaron los besos franceses y el sexo oral; se conjuró una fantasía misantrópica, un mundo más pacífico y más lascivo que en ningún otro momento en la historia. Fue entonces cuando las mujeres se fijaron con mucha atención en los chimpancés machos...
¡Ay!, qué será de mi cuando ya no tenga huesos ni palabras... Me desperté, y al querer estirarme para aflojar las coyunturas, no pude hacerlo. Traté con esfuerzo de desplegar mis brazos hacia los lados, mientras intentaba abrir la boca, pero no pude moverme ni un centímetro. Me sentí como un charco sobre la cama, con los ojos bailándome en las cuencas, y la piel, puro pellejo. De pronto una risa hueca me sorprendió, y veo, lo que parecía ser mi esqueleto apoyado en la pared; y éste, de manera cínica me dijo: —Sin mí no puedes hacer nada, ¿verdad querido? —¿Pero qué haces ahí?, pedazo de huesos —le dije. Le ordené que volviera, pero el muy condenado se negaba. —Hoy es tu día libre y yo me encargaré del quehacer de la casa —me dijo con ternura. —¡Ah, sí!, ¿y cómo te las arreglarás sin mi cerebro, pedazo de fósil? —Yo también tengo mis sesos, mijito, por si no lo sabías, es una copia virtual del tuyo. Respiré su soberbia. No me quedó otro remedio que aceptar su individual...
No te preocupes Héctor, las mujeres sabrán hacer hombres de los monos.
ResponderEliminarSaludos!
Ja-ja-ja...bueno si con las mujeres nos convertimos en monos, pues mira todas las monerías que hacemos para complacerlas, pues entonces, a la inversa, de los monos harán hombres...ja-ja-ja...saluditos!
ResponderEliminarUn gran espacio de la imaginación nos despliega en ésta panorámica de un mundo femenino.
ResponderEliminarYo creo que de ocurrir en realidad sería un cosmos más dulce y hermoso, aunque quizás me equivoque pues solo juntos el hombre y la mujer somos el ying y el yang del universo, y es ahora que la mujer avanza a sitios que antes no ocupaba ,que puede ejercitar la opción de instaurar un planeta de paz y amor.
El mail que me envió con los dos monitos está genial.
Ya lo he repartido por ahí.Gracias.
Héctor qué idea tan tan romántica y el texto como relato es muy acogedor. AHora sobre el tema digo romántica porque no podemos olvidar que las mujeres odian a las mujeres! Feliz Semana!
ResponderEliminarHola, Juan. Buen planteamiento...y otra idea par otro micro o la continuación....Gracias. Saludos!
ResponderEliminarNo podemos vivircon ellos... y no podemos vivir sin ellos...jaja
ResponderEliminarLas monerías las hacemos nosotras... somos las que nos peinamos, pintamos, vestimos... y todo para gustarles... ahora se agregan labios, siliconas, prótesis...... si siempre se van con las más lindas, al resto sólo nos quedan los monos...
Creo ese también puede ser un buen cuento... jaja