ASMODEUS
"Aturdido y abrumado, por la duda de los celos se ve triste en la cantina a un borracho ya sin fe, con los nervios ..."
El viejo verde, amante infiel, se levantó de la cama muy temprano en la mañana. A su lado, arropada entre las sábanas, dormida y roncadora se encontraba su chilla preferida. Un litro casi vació de ron Palo Viejo decoraba la mesita de noche y cuando el hombre fue a encender la luz, cayó al piso; pero la mujer no se despertó. El plasma estaba encendido a bajo volumen y se veía a Chucho Avellanet cantar La copa rota, una vieja canción que le despertó la nostalgia de joven chulo y bohemio al concupiscente. " No la canta tan mal, pero ninguno como Felipe. Caramba, tengo que avanzar a llegar a casa de mi doña, hoy es nuestro aniversario, no vaya nunca a sospechar", se dijo. Luego se dirigió hacia el baño para lavar su caja postiza y se enredó en una fina tela de araña, de esas que se forman por la madrugada; la sacudió a la misma vez que maldecía a esos bichos. Caminó hasta la cocina para prepararse un poco de café, parte del paquete de sus aventuras. De pronto sintió un olor extraño, hediondo y penetrante que entraba por las persianas. Curioso, quiso salir afuera, y al abrir la puerta, una brisa lo aumento más. Al cubrirse la nariz, no se percató de que una mosca tuerta, de aspecto indeterminado, entraba sigilosa. Impávido, miraba a su alrededor, pero el vecindario no era el mismo; una neblina gélida y lechosa cubría las calles, y siluetas de lo que aparentaban ser gentes miraban por las ventanas de sus casas. Sorprendido, entró a la casa, miró por la ventana para cerciorase y no vio niebla alguna; de hecho era el barrio donde había vivido por veinte años y lo conocía como a la palma de su mano. Nunca en su vida había visto niebla en ese pueblo. Entonces, precavido, sale afuera otra vez, y se encuentra de nuevo en medio de la neblina espesa. "¿Cómo es posible que de adentro no se notara? ¿Dónde rayos me encuentro?", se dijo. Azorado, con el corazón palpitante, entró de nuevo a la casa, miró por segunda vez a través de las cortinas, pero todo se veía normal; excepto que, cuando volteó la cabeza para decírselo a su amante, vuelve a sentir el hedor, y ve, horrorizado, a una mujer caminar hacia él, despeinada, con un solo ojo de mosca y un cuchillo ensangrentado en una mano; vestida tan solo con un bikini amarillo, amenazaba chupárselo con una enorme trompa que le salía por la boca. Era su esposa.
─Ven aquí mi cubito de azúcar, es nuestro aniversario…
"…mozo sírveme la copa rota, quiero desangrar gota a gota el veneno de sus amor…"
Éste relato está logrado con un sabroso sabor a tango surrealista. Cómo para escucharlo narrado con una música adecuada a sus trazos.Bravo maestro.
ResponderEliminarGracias. De acuerdo.
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