PRESENCIA
El le preparaba el café y se sentaba a su lado a conversar sobre sus sueños. Pasaban los días y se repetía el mismo rito. Cincuenta años juntos, no hijos, solo largas compañías llenas de dedicación y amor. El hedor se acrecentaba, pero no importaba, al menos su figura estaba allí. Hasta que un vecino lo notificó.