SIN TON NI SON (Microrrelatos)

En la cárcel se quejó de hambre. Para su asombro, atendieron su queja y le sirvieron la tan deseada comida. Todo resultó bien, excepto que lo obligaron a comerse la rata viva.

El microrrelatista recorría la villa c on sus cien micro-ovejas. A mitad de noche, donde hubiese una luz encendida, se paraba para ver si la persona que no podía dormir, le rentaba algunas cuantas.

Pasó entonces a declarar el único testigo de los hechos: un chimpancé llamado F K , que había sido instruido por un científico para que entendiera el idioma de los sordos. Una vez sentado el mono, un especialista en el lenguaje le preguntó con señas si él había visto al señor Fulano de tal dispararle a quema ropa a Mengano de tal. El chimpancé se mantuvo quieto y mudo por un momento. Luego estiró sus brazos, los puso en cruz y comenzó a moverlos de abajo hacia arriba. Se detuvo, miró al juez, le enseñó los dientes, y con sus manos se cubrió las orejas, después los ojos y por último la boca. Acto seguido, se levantó y se marchó. Intrigados, los magistrados le preguntaron al especialista qué quiso decir el mono. Éste les dijo: “El mal conoce el bien, pero el bien no conoce el mal.”

El feo, calvo, arrugado, gordo, barrigón, canoso, decrepito e infeliz entró a la barra, pidió un trago y nadie lo vio. El elegante, esbelto, guapo, pero con una verruga enorme en su nariz, entró, y todos los invitados lo único que vieron fue  a una verruga pidiendo un trago…

── Mam á , tengo miedo del fantasma. ── Toma hijito, ponte esta medallita y te proteger á .

Se llamaba Norma. Durante el día cultivaba claveles, escribía versos y soñaba despierta. Por las noches se transformaba en la sensual Marylin para apaciguar la lujuria de los hombres. Estuvo en la fiesta, pero nadie la vio. Murió de soledad.

T e cuento que érase un hombre feliz en su pequeño huerto que cultivaba una planta con un fruto  que a su vez tenía una semilla que contenía un universo adentro con un hombre feliz en su  pequeño huerto… ¿Te lo cuento otra vez?

E n el día de su cumpleaños ochenta, abrió sus ojos acuosos, miró azorado para los lados, y preguntó: ─ ¿Q uién eres tú? Ella, siempre madrugadora, esbozó una sonrisa desdentada  y le cantó: ─ “ Estas son las ma ñ anitas que cantaba el rey David …” , ¡ feliz cumplea ñ os mi amor! ─ Y lo bes ó .

Juan Cacodíaz y Juana Cacodíaz nacieron el mismo día, y en ese mismo día se casaron 9,125 días después. ¿QUÉ COSA, VERDAD? Se fueron a  vivir al pueblo de Juana Díaz. Tuvieron tres hijos los cuales nacieron en la misma fecha de sus nacimientos y todos los días se daban los buenos días y veían el programa “día a día” de Raymond Arrieta. Un día, como tantos, murieron de cacofonía el mismo día  en que nacieron; y  continuaron sus días bajo la tierra.

Se despierta, y al mirarse en el espejo, siente por un instante que es la persona que siempre había querido ser, exitosa e ideal en todos los aspectos. Sonríe, pero se le desvanece la sonrisa cuando cae en cuenta que acaba de cometer suicidio; y otra vez cae en un sueño profundo y angustioso, para volver a despertar y mirarse al espejo…

“¡Asesino!”, le gritó al verdugo después de que éste le cortara la cabeza.

Dijo Dios: - Hagamos al hombre. Ellas sonrieron.

En las elecciones del año de la guácara todos gritaban “¡esto tiene que cambiar, abajo la corrupción!”, ¡resolvamos el estatus!”… Cuatro años después parecía escucharse el mismo eco, “¡esto tiene que cambiar, abajo la corrupción!” “resolvamos el estatus!”… Cuatro años más tarde volvían con el mismo sonsonete…“¡hacía un nuevo cambio, no más corrupción!”, ¡resolvamos el estatus!…cuatro años luego…y ni colorín y ni colorao…

Jack siempre fue distinto.En una situación difícil, en vez de hacer de "tripas, corazones ", hacía de corazones, tripas…

─ ¿ No la levantas hoy? ─ pregunt ó Sue ñ o a su hermana Muerte. La mujer permaneció en la cama.