En las elecciones del año de la guácara todos gritaban “¡esto tiene que cambiar, abajo la corrupción!”, ¡resolvamos el estatus!”… Cuatro años después parecía escucharse el mismo eco, “¡esto tiene que cambiar, abajo la corrupción!” “resolvamos el estatus!”… Cuatro años más tarde volvían con el mismo sonsonete…“¡hacía un nuevo cambio, no más corrupción!”, ¡resolvamos el estatus!…cuatro años luego…y ni colorín y ni colorao…
¡Ay!, qué será de mi cuando ya no tenga huesos ni palabras... Me desperté, y al querer estirarme para aflojar las coyunturas, no pude hacerlo. Traté con esfuerzo de desplegar mis brazos hacia los lados, mientras intentaba abrir la boca, pero no pude moverme ni un centímetro. Me sentí como un charco sobre la cama, con los ojos bailándome en las cuencas, y la piel, puro pellejo. De pronto una risa hueca me sorprendió, y veo, lo que parecía ser mi esqueleto apoyado en la pared; y éste, de manera cínica me dijo: —Sin mí no puedes hacer nada, ¿verdad querido? —¿Pero qué haces ahí?, pedazo de huesos —le dije. Le ordené que volviera, pero el muy condenado se negaba. —Hoy es tu día libre y yo me encargaré del quehacer de la casa —me dijo con ternura. —¡Ah, sí!, ¿y cómo te las arreglarás sin mi cerebro, pedazo de fósil? —Yo también tengo mis sesos, mijito, por si no lo sabías, es una copia virtual del tuyo. Respiré su soberbia. No me quedó otro remedio que aceptar su individual...
Esa es la circuición más constante. Hasta donde sé entonces deben ser unas voces (o ecos de voces) que van viajando por el mundo, hace poco se pasearon por Colombia; ¡Feliz Semana Héctor!
ResponderEliminarJa-ja-ja... eso es asi, Juan. Gracias por comentar y ¡feliz semana!
ResponderEliminar¿Has puesto elecciones boricuas Héctor? Creí leer argentinas...
ResponderEliminarja=ja-ja , Patricia, creo que es un asunto mundial...por lo menos en los países democráticos...Saludo y gracias...
ResponderEliminar