AMOR MADURO
El Gran Boco Bozo, cómico por excelencia, dejó entendido, antes de desencarnar, que su entierro fuera una fiesta, y que se invitara a los mejores comediantes del patio. Bien, así se aceptó su pedido y nuestro caballero "estiró la pata y enrolló el dedo gordo". Y cuentan que antes de expirar se rió tanto y tanto, que todavía podía escucharse su cascabelera risa al día siguiente de sus exequias. Boco Bozo, conoció en su vida el verdadero secreto de la muerte, de esa muerte que no apesta ni hiede pero que se apodera del alma como un frío de silencios: ilusiones muertas en el corazón. Supo que al final son aquellos los que conocieron el fondo negro de la tristeza, los que de verdad saben reír, sin tener que reír mejor por ser el último. Lo sé porque solo yo lo vi llorar cuando la injusta vida en sus cincuenta y tantos años le atravesó el corazón con la fresca sombra de un amor prohibido más no tanto imposible...