En el “bauty parlor” del barrio se encontraron Celia y Sofía, después de mucho tiempo de no verse. ―Hola muchacha, como estás. ¿Y qué, cuando llegaste? Hacia tiempo que no te veía, mija ―le dice Celia, sorprendida. ―¡ Hola, Sofi ! Pues apenas llevo una semana que estoy aquí. Allá me gusto pero me sentí sola, tú sabes no es lo mismo cuando uno tiene la familia cerca. ―Entiendo muchacha, pero allá es tan bueno. Yo cuando estuve allá recibí muchas ayudas. Allá no es como acá que se les va to en papelerías y tardan una eternidad para darte un poco e chavos. ―Sí, yo tenía casi todas las ayudas y a los nenes le gustaba la escuela, ya hablan más inglés que yo. Un señor que acompañaba a su esposa, con pinta de presentao’ , se inmiscuyó en la conversación, y dijo: ―Allá como que hay más respeto, ¿verdad? Nosotros tuvimos veinte años viviendo allá, y en todo ese tiempo nunca vimos basura en las calles ni revoluces políticos. Figúrense, allá hay tanto orden que cuando la guagua escolar se detiene