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LA INCREIBLE Y TRISTE HISTORIA DE LA YEGUA VERDE Y SU JINETE DESALMADO

Por una lejana montaña cabalgaba un jinete, llevaba en la mano un papel para…bueno, no, me equivoqué de línea; debo decir  cabalgaba  sobre su yegua trota. De súbito, el animal se paró en seco, estiro sus orejas largas y no se movió más.
Anonadado, el jinete se bajó de la silla, dio tres vueltas alrededor de la potra y dijo:
-¡Anda pal  cará, lo que me faltaba!
Se sentó en una roca que había allí y esperó a que la yegua reaccionara, pero para su sorpresa ésta comenzó a cambiar su color pardo por uno verde; se irguió en sus patas traseras, dio un relincho que estremeció hasta los estribos la naturaleza adyacente, y su cabeza adquirió  forma humana. Su cara era de expresión dura y su cuerpo era gordo como de ballena.
Alarmado, el jinete sacó su pistola y le aventó un par de balazos, sin darle tregua.
-¡Toma, pa que te mueras, ingrata! A aquel fenómeno se le pusieron sus ojos como huevo cocido, mientras que con  su  boca torcida y mellada, preguntaba:
-¿Dónde está Eréndira, condenado cara de ángel?
Ulises, que así se llamaba el jinete, le saltó encima una vez más y le dio un disparo certero en el pecho. La yegua humana lanzó un gemido, se le echo encima y trató de estrangularlo con sus potentes brazos.
—Hijo de puta —gruñó.
Otro disparo y un chorro de sangre verde le salpicó la cara.

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