ATRACCIÓN FATAL
ATRACCIÓN FATAL
Ella entró con su carita de mojigata. No más la vió y él la desnudó con la mirada; en su sangre ya calentaba el fuego de la pasión, y entre los labios el sabor de champán lo enloquecía. La deseaba y a ella le sucedía lo mismo, pues cuando lo vio sintió desvanecerse el vestido bajo su mirada.
Ambos se encendieron.
ÉL se levantó y se dirigió hacia ella. Los ojos hipnotizantes de la dama, su traje verde y su ademán misterioso eran irresistibles. Ella solamente le sonreía como sonrien las mojigatas. Para él la noche era buena, pero tan solitaria.
Salieron inmediatamente del antro.
Su alcoba era casi un jardín y permeaba el olor a humedad entre las sombras.
No perdieron tiempo y se abrazaron. Al penetrarla, el hombre fue sintiendo que pequeños dientes afilados salían de los labios vaginales y lo mordían sin piedad alguna…
Héctor Rivero
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