LOBITO Y EL CAZADOR
A la mañana siguiente, el lobito volvió a salir de la cueva. Aún reía cuando recordaba ver correr a la manada. Pero no contó que, ese mismo día, si vio acercarse el cazador. El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar:
—¡Socorro! ¡El cazador! ¡Que viene el cazador! Nos van a matar a todos! ¡Auxilio!
Pero esta vez la manada, habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.
El lobito vio como el cazador se acercaba, y chilló cada vez más desesperado:
—¡Socorro! ¡El cazador! ¡El cazador! —pero los de la manada continuaron sin hacer caso.
El lobito vio como el cazador mataba a toda su familia, sin poder hacer nada. Y cuando creció se arrepintió en lo más profundo de la broma, pero juró vengarse.
Era tanta la rabia y el deseo de venganza contenido, que una noche de luna llena, bajo el influjo mágico de su luz, se transformó en hombre. Desde entonces el lobo-hombre aterroriza a toda la comarca.
¡Vaya vengador! En Argentina decimos así: en la guerra contra los caníbales está todo permitido, excepto comerse a los caníbales
ResponderEliminarBuen fin de semana Héctor
JA-ja-ja, gracias Patricia y buen fin de semana!
ResponderEliminarDel hombre-lobo al lobo-hombre. Una fábula con una moraleja patas arriba. Interesante.
ResponderEliminarUn saludo, Héctor.
Saludos, Alberto. Sí, es otra perspectiva.
ResponderEliminarCuriosa sincronicidad, uno de los esbozos de microcuento que tengo en mis tarjetas de ideas es algo de esta historia de "¡El lobo! ¡El lobo!" combinada con su recíproco "¡El hombre! ¡El hombre!". :]
ResponderEliminarAunque tú lo llevaste más allá hasta llegar también a lo del Lobo-Hombre.
¡Muy bueno, Tocayo! :]
¡mUCHos salUCHos! :]
Gracias, Héctor, un honor siempre tu comentario. La sincronicidad es parte de ese gran colectivo mágico. :) Un cordial abrazo
ResponderEliminar