Y al final del camino, en la cotidiana existencia de las extensas y áridas llanuras, dos siluetas se confundieron en el horizonte encendido, entre gigantes y molinos. Una de ellas, larga y alta, la otra, redonda y bajita. La primera subió al cielo y se confundió con las estrellas. La segunda se hundió en la tierra e hizo crecer las habichuelas; ambas se eternizaron en la conciencia colectiva.
¡Ay!, qué será de mi cuando ya no tenga huesos ni palabras... Me desperté, y al querer estirarme para aflojar las coyunturas, no pude hacerlo. Traté con esfuerzo de desplegar mis brazos hacia los lados, mientras intentaba abrir la boca, pero no pude moverme ni un centímetro. Me sentí como un charco sobre la cama, con los ojos bailándome en las cuencas, y la piel, puro pellejo. De pronto una risa hueca me sorprendió, y veo, lo que parecía ser mi esqueleto apoyado en la pared; y éste, de manera cínica me dijo: —Sin mí no puedes hacer nada, ¿verdad querido? —¿Pero qué haces ahí?, pedazo de huesos —le dije. Le ordené que volviera, pero el muy condenado se negaba. —Hoy es tu día libre y yo me encargaré del quehacer de la casa —me dijo con ternura. —¡Ah, sí!, ¿y cómo te las arreglarás sin mi cerebro, pedazo de fósil? —Yo también tengo mis sesos, mijito, por si no lo sabías, es una copia virtual del tuyo. Respiré su soberbia. No me quedó otro remedio que aceptar su individual...
Cada uno a su manera dejó huella para la humanidad.
ResponderEliminarUn saludo indio
Qué manera tan poética de entrecruzar la gran novela con el cuento
ResponderEliminarEnhorabuena por esta belleza héctor
Hola Héctor, que gusto volver a leerte. Ahora que he vuelto al ciberespacio te voy a seguir, o más bien perseguir.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Indio, Patricia y Adivín; gusto en volver a saludarlos.
ResponderEliminarhermoso post Rivero!!!!
ResponderEliminarun saludo amigo!!
Mi querido Hek, cuánto te agradecerían estas líneas el bueno de D. Quijote y el santo de D. Pancho,ah, por cierto, y D. Miguel de Cercantes te daría un aplauso.
ResponderEliminarBesos