“¿De qué te quejas ingrata? Nunca te ha faltado nada; lo tienes todo: ropa, zapatos, casa y comida…¡Tú no eres nadie sin mí! ¡Lárgate! ¡Aquí mando yo!”
¡Ay!, qué será de mi cuando ya no tenga huesos ni palabras... Me desperté, y al querer estirarme para aflojar las coyunturas, no pude hacerlo. Traté con esfuerzo de desplegar mis brazos hacia los lados, mientras intentaba abrir la boca, pero no pude moverme ni un centímetro. Me sentí como un charco sobre la cama, con los ojos bailándome en las cuencas, y la piel, puro pellejo. De pronto una risa hueca me sorprendió, y veo, lo que parecía ser mi esqueleto apoyado en la pared; y éste, de manera cínica me dijo: —Sin mí no puedes hacer nada, ¿verdad querido? —¿Pero qué haces ahí?, pedazo de huesos —le dije. Le ordené que volviera, pero el muy condenado se negaba. —Hoy es tu día libre y yo me encargaré del quehacer de la casa —me dijo con ternura. —¡Ah, sí!, ¿y cómo te las arreglarás sin mi cerebro, pedazo de fósil? —Yo también tengo mis sesos, mijito, por si no lo sabías, es una copia virtual del tuyo. Respiré su soberbia. No me quedó otro remedio que aceptar su individual...
Gracias Héctor. Ojalá la humanidad grabara este micro en su corazón.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bien, me gusta por la ironía y por haberlo publicado antes del 8 de marzo.
ResponderEliminarUn abrazo
Desde luego es terrible saber que existen estas mentalidades, ancladas en los tiempos en que el amor es sinónimo de debilidad y la libertad sinónimo de pérdida de poder. Un abrazo.
ResponderEliminarhombres y mujeres a la par, que ninguno de ellos levante el puño, que ninguna de ellas baje el rostro sumisa.
ResponderEliminarmuy bueno Rivero
SALUDOS
Gracias por comentar, Patricia, Baizabal, Maite y Escarcha. Pronto vendrá ese dia de celebración al cual no le veo gran trascendencia, ya que son meros aguajes. Todavía una mujer no recibe el mismo salario...en un futuro debería celebrarse el día de la humanidad, si es que quedase alguna...
ResponderEliminarEs una tristeza que hayan hombres así...cada día quedan menos, gracias a Dios.Un abrazo Héctor.
ResponderEliminarLamentablemente hay tanto de eso aún por el mundo... :(
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