MI PRIMER AMIGO
Fue en el primer día de escuela cuando conocí a Palito. Era amarillo con un gracioso gorrito de color rosa. Mi mamá me lo puso en mis manitas vacías y él, cosquilloso, se metió dentro de mis dedos. Poco a poco mis manos bailaban a su compás y en una mañana mágica, entre curvas, bajadas y subidas trazamos los dos por primera vez lo que parecía ser mi nombre. De ahí en adelante mi amiguito y yo volábamos por los cielos de la imaginación.
Un mañana llegó un niño nuevo. La maestra preguntó si alguien tenía un lápiz extra, pero nadie contestó. Con los ojos tristes, contemplé a Palito, y con su consentimiento, lo partí en dos y le entregué la otra mitad al niño.
La profesora miraba sonriente mi acción, se acercó y, bajito al oído, me dijo:
─ Muy bien, compartirán el borrador cuando lo necesiten.
Desde entonces he aprendido doble en mi vida.
Mi querido Hek, qué bello agradecimiento a tu amigo Palito con este relato conmovedor y entrañable de tus primeras caligrafías.
ResponderEliminarUn beso
Simple, rápido, con moraleja... bueno, bastante bueno. Llego aquí desde no sé qué blog, pero poco importa. Con (o sin) tu permiso, me doy una vuelta por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.