ANTESALA A UNA APUESTA, de Héctor Luis Rivero López
Los boletos los encontró al lado de la puerta, en el piso, casi debajo de la alfombra: invitación para la gallera El Combate. No tenía remitente. Llamó a un taxi que lo llevó al lugar. Entró, y mientras caminaba, el corredor se le hacía largo e inmenso. Se sintió minúsculo, las paredes crecieron frente a él de una manera vertiginosa. Avanzaba, cuando al final visualizó una luz algo opaca y en medio de ella a dos sombras que se peleaban; eran dos hombres de aspecto muy primitivo, desnudos y ensangrentados. Aterrorizado ante tan dantesca visión, comenzó a escuchar murmullos y aletazos, y algo así como el chocar de picos. Despacio, levantó la vista hacia los banquillos. La algarabía se multiplicaba y un aletear de plumas y crestas paradas se dibujaban ante él. El horror aumentó y sintió la sangre congelársele en la venas cuando un gigantesco ojo circular y amarillo lo miraba lleno de glotonería y deseo. Se sintió como una cucaracha pegada al piso a punto de ser devorada, y aquellos